Cuando algún problema te agobia, tienes que detenerte a contárselo al Espíritu Santo. Nadie te pide que enfrentes tus dificultades solo. Lo tienes a él. Pero no le cuentes sólo lo que te sucede, sino lo que sientes en tu interior a causa de ese problema. Porque a veces lo peor no son las cosas que nos pasan, sino lo que nos hacen sentir por dentro. Si has discutido con un hijo o con un amigo, quizás no sufras tanto por la discusión, sino porque esa discusión te hace sentir que todos te abandonan, que nadie es fiel, o que eres desagradable y por eso nadie te ama. Quizás eso despierte tu temor a quedar solo y abandonado.
Las cosas que nos pasan despiertan todos nuestros monstruos interiores.
Por eso, es necesario que le cuentes todo al Espíritu Santo, todo eso que da vueltas en tu interior. Porque él puede ayudarte a resolver tu problema, pero sobre todo puede curarte interiormente, para que no te sientas tan débil, para que no te sientas tan solo, para que puedas sacar lo mejor de tu ser y salgas adelante.
Es mejor que derrames todo en su presencia sin ocultarle nada, y que dejes que él te consuele. Porque el Espíritu Santo es el verdadero "Consolador".
Qué verdad es que no estamos solos en esta vida. Esta es la gran maravilla de los creyentes: tener una Compañía que está a nuestro lado noche y día, en todo momento y circunstancia. Si fuéramos más conscientes de esto jamás nos encontraríamos solos o desamparados, sabríamos que hay Alguien que nos escucha, que se interesa por nosotros, que nos ayuda, nos consuela, nos anima...
Cuando tengas una dificultad acostúmbrate a acudir a Dios lo primero de todo. Fomenta el trato con Él. A veces nos ocurrirá que queremos desahogarnos o queremos luz y no sabemos a quién acudir. Repasamos nuestra lista de familiares y amigos en busca de una persona adecuada para escucharnos y a veces no encontramos quién.
Es bueno que aprendas a hablar con amigos tus cosas: te ayudará a no vivir solo, a crecer en amistad. Pero no descuides tampoco tu relación con Dios, no acudas sólo en lo imposible. Piensa además que a veces podrás encontrar con Él la fuerza, la paz, la luz que necesitas sin necesidad de cargar ese agobio en los demás que ya tienen lo suyo. Quizá valoren que en ti pueden encontrar apoyo, fuerza y no todo lo contrario, agobios, preocupaciones. Si abusas mucho de su paciencia para escuchar, cargando tus problemas en ellos, con todo lo que tienen, también sembrarás cierto rechazo en vez de valoración y estima. Es bueno crear fraternidad, pero también que crezca tu relación con el Señor. Aprende a mantener ese sano equilibrio.
Y qué verdad es, que lo que más nos interesa es contar lo que sentimos y no sólo lo que nos ha pasado. Qué valioso consejo. No es tanto lo que nos pasa, sino el desconcierto interior que nos turba lo que nos quita la paz y el verdadero problema. Qué difícil es a veces enfrentarnos al verdadero miedo, a poner palabras a lo que sentimos por dentro. el Espíritu Santo es sanador interior. Ten confianza para abrirte, para confesarte, para decirle realmente lo que pasa en tu interior por aquello que te ha sucedido en lo exterior, cuales son tus preocupaciones reales. Ojalá aprendas a convertir tu agobios en oración. porque Él está para ayudarnos, para consolarnos, es Amor que tiene sed de nosotros, de darse sobre nosotros.
Que bueno es encontrar en Dios la paz y la fuerza. Cada día saldrás más fortalecido para afrontar cualquier cosa que te pase. Encontrarás la fuerza interior que da el Espíritu Santo, esa que podrás encontrar incluso cuando fallen todas las ayudas exteriores. Si buscas a Dios dentro de ti habrás encontrado la Compañía que nunca se aleja, que siempre está ahí, para todo. Mucha gente se pierde está última ayuda y se queda sola porque no ha sabido buscarla en otras ocasiones, no es consciente de que ha estado ahí siempre, porque a fuerza de olvidarla ya no la encuentra. Por eso, búscala más, búscala siempre, y será fuente de gozo para ti y para tus seres queridos, que encontrarán en ti la fuerza que necesitan, te convertirás en mensajero de paz, en testimonio de la fuerza que da Dios si acudes a Él.
¿Qué son los cinco minutos del Espíritu? Entra en la página y descubre el origen de esta fabulosa oración que tanto bien está haciendo a través de las redes sociales. Quizá te sorprenda saber que tiene su comienzo en el libro del arzobispo argentino D. Víctor Manuel Fernández.
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