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Con el Espíritu Santo, Dios late en un mundo que se eleva y gime en la infancia del Reino, Cristo ha resucitado y vive hoy el Evangelio es potencia de vida, la Iglesia, comunión trinitaria, la autoridad, servicio liberador, la misión, permanente Pentecostés, el culto, celebración y anticipo del Reino, el obrar humano, realidad divina".
Consejo mundial de las Iglesias, Uppsala 1968
Esta es la diferencia entre una fe muerta y una fe viva. Una cosa es conocer la doctrina de la Iglesia y otra muy distinta creerla profundamente, hacerla vida, celebrarla. Los demonios también conocen a Dios, pero no lo aman. Nosotros podríamos saber que Dios es nuestro Padre, pero vivir alejados de Él como el hijo pródigo. Decir: "Creo en Dios Padre", cuando se dice con fe viva es decirlo con todo el latido del corazón, con todo el fuego del afecto, con toda la ternura de hijo, con toda la alegría de sabernos amados de Dios, que nos cuida y nos ama.
Aquel que cree en Dios con una fe viva no puede por menos que dialogar con Él. Si no, crees con una fe muerta: has conocido su existencia, pero vives con una fe muerta porque vives como si Él no existiese, ni le hablas, ni le rezas, ni le amas.
Sólo el Espíritu Santo puede hacer que esa fe recobre vida y vuelvas a decir "Abba, Padre" con toda la fuerza del corazón, con una creencia en Dios verdaderamente viva, confiando en su providencia, alegrándose en su amor, sintiendo la comunión profunda que se vive en la oración con Él.
¿Qué son los cinco minutos del Espíritu? Conoce el libro de D. Víctor Manuel Fernández, el arzobispo argentino que, sin quererlo, se ha convertido en la compañía de muchas personas, en una lectura diaria de sus oraciones y reflexiones al Espíritu Santo.
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