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Cuando dejamos que el Espíritu Santo nos impulse al amor, entonces ya no somos esclavos de miles de cosas que tenemos que “cumplir”. Somos libres, porque nos brotan espontáneamente las obras que agradan al Señor.
Cuando el Espíritu nos ha transformado, la libertad cristiana es convertirse en esclavos de los demás (Gál 5, 13), porque el Espíritu Santo nos libera de nosotros mismos para hacernos uno con el hermano y ganarlo para Cristo: “Siendo libre, me hice esclavo de todos” (1 Cor 9, 19). Y así, en lugar de perderla, ganamos la más preciosa libertad, la liberación que produce el amor. Porque un corazón generoso es un corazón liberado del peor de los males: la indiferencia.
Decía Santa Teresa de Ávila que "un cristiano triste es un triste cristiano". Es lo que se podría decir de quien vive el cristianismo como un código ético lleno de normas, mandamientos y virtudes que vivir. Y hay quien lo vive así, como en la parábola en los que los trabajadores de la mañana se quejan por recibir lo mismo que los de la tarde. Como si no fuera suficiente haber estado al servicio del Señor desde el principio. En efecto, la recompensa es la gracia que se vive. El cielo es estar con Dios y gozar de su amistad. Y hay quien sabe disfrutar ya en la tierra de este cielo. No espera nada más, sólo a Dios.
El Amor con mayúsculas es la felicidad. Dios es Amor y nuestra felicidad radica en amar a Dios y al prójimo. No lo veas tanto como un mandamiento sino como el camino hacia la felicidad. Este descubrimiento te cambiará la vida.
Lo difícil es ponerlo en práctica con quien no lo ve igual y parece querer hacer la vida más difícil de lo que es. Es entonces cuando se hace patente que este amor que brota de nuestro corazón nace de la fe como un don de Dios. Así es. Esa es la prueba de que nuestro amor es Amor de verdad, amor con mayúsculas y que proviene del Espiritu Santo. No que no lo puedas vivir con tus seres queridos o que con aquellos que te corresponden sea más bello, sino que es la prueba de que esos amores preciosos los estás viviendo bien, porque cuando cuesta amar, lo haces también. Y no sólo por cumplir un mandamiento, que está bien, sino porque crees en la felicidad que te promete Dios, que es mejor.
Si crees en el Amor, amar nunca será una carga insoportable y en todo caso será causa de santificación siempre. No olvides que Cristo está en la cruz así, por amor y que el amor triunfará siempre.
Que el Espíritu Santo nos libere de toda forma de rencor u odio y nos llene de amor, paciencia y fraternidad. Que nos haga descubrir el gozo y.la alegría de amar a la gente, a todo el mundo. Que nos transmita la alegría de Dios que vence al mal y no deja que las nubes negras entren en el cielo radiante y luminoso. Que así haga entrar con el amor esa felicidad dentro de nuestro ser. Una felicidad indestructible de quien sabe que la dicha no está en cómo te corresponden sino en hacer y estar al lado de Dios, de su proyecto.
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