
Oración a san Francisco Javier
¡Oh, gran San Francisco Javier!, bienaventurado y glorioso,
predicador incansable
y prodigioso misionero
que al servicio de Dios Padre
recorriste el mundo entero:
junto a ti adoro la Divina Majestad,
me alegro especialmente por las gracias
que te entregó en vida
y por la gloria que te concedió después de la muerte,
le doy gracias a Dios, y te pido,
con todo el afecto de mi corazón,
que mediante tu poderosa intercesión
puedas concederme, sobre todas las cosas,
la gracia de vivir una vida de Santidad
y una muerte santa.
¡Santo protector de las causas perdidas
glorioso san Francisco Javier!,
tú que nunca te diste por vencido,
te ruego me asistas con tu poder
y me ayudes en esta especial necesidad
que me angustia y considero perdida:
(hacer la petición)
pero si lo que te pido no es para la gloria de Dios
y el bien de mi alma,
te ruego, me otorgues las gracias necesarias
para lograrlo
así como tu perpetua protección,
a fin de que,
animado por tu ejemplo y tu asistencia
pueda vivir santamente
y alcanzar la eterna gloria del Cielo.
Amén.
Padrenuestro, Ave Maria y Gloria.
Vida de san Francisco Javier
Nace en el castillo de Javier en Navarra (España), el año 1.506 como sexto y último hijo de Juan de Jaso y María Azpilicueta.
En el año 1.525 marcha a París para estudiar en la Sorbona y tres años después conoce allí a san Ignacio de Loyola y a Pedro Fabro, con quienes empezará a compartir habitación y forjar una profunda amistad.
En el año 1.533 se une a la Compañía de Jesús y el año siguiente hace los Ejercicios Espirituales guiado por el mismo san Ignacio. El papa Pablo III acoge y bendice a la nueva orden de los Jesuitas. Javier será ordenado sacerdote en el año 1.537 y tres añis después es nombrado Delegado Papal para todo Oriente.
Pero el espíritu misionero de Javier le hace zarpar en un barco de la flota portuguesa que se dirige a las Indias el año 1.541. Su deseo es llegar hasta Japón. En 1.545 pasa por Malaca para venerar las reliquias del Apóstol Santo Tomás y por fin en el 1.549, después de una labor muy fructifera en la India, embarca hacia Japón. Es el primer misionero cristiano en llegar y predicar en Japón.
En su deseo de evangelizar China llega hasta la isla de Sancián, donde muere el 3 de diciembre de 1.552 a la edad de 44 años. Se dice que el Cristo de Javier sonrió cuando murió el Santo y entró en el Cielo. Y así supieron en su casa que Javier había muerto. Se le suele representar, con alguna excepción, con un crucifijo en el pecho con la sotana entreviendo su corazón ardiente para manifestar su celo evangelizador.
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