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Un carisma es una capacidad que el Espíritu Santo bendice y utiliza para que hagas el bien a los demás.
No existe sólo el carisma de hacer milagros; también está el carisma de hacer una buena comida para que los demás disfruten. Eso es un regalo del Espíritu Santo.
No existe sólo el carisma de gobernar; también existe el carisma de la simpatía, o la capacidad de decir palabras que alivian a los demás.
No existe sólo el carisma de enseñar; también existe el carisma de cantar, de dibujar, de arreglar una casa, de saber invertir el dinero.
Todos tenemos capacidades que el Espíritu Santo quiere utilizar para que nos ayudemos unos a otros a vivir mejor. Descubrámoslos, valorémoslos y aprovechémoslos. Porque es bello sentirse útil, sobre todo cuando uno acepta ser un instrumento del Espíritu Santo.
Lo central del carisma, como vemos, es que se trata de una gracia que da el Espíritu Santo para la unión y la caridad.
Todos hemos sido creados como un bien para los demás. Dios puede complacerse de su obra al vernos ("y vio Dios que era bueno"). Así mismo los demás pueden reconocer en nosotros esa belleza y bondad que el Creador ha puesto en nosotros, reconocer que somos un bien y una ayuda, un regalo de Dios ("esta si que es carne de mi carne y hueso de mis huesos"). Dios nos ha hecho un bien, un bien para los demás, porque estamos hechos para la relación, para convivir, para amar y ser amados.
Es, por eso, que todo lo que somos y nos ha dado Dios, también los carismas y capacidades, son para darnos a los demás, para poder amar y ser amados, para ser un bien, algo valioso y bello para otros, para formar parte de la gran obra que ha hecho Dios, y todo era bueno.
¿Qué son "Los cinco minutos del Espíritu Santo"? Si quieres descubrir el origen de esta preciosa reflexión diaria entra en el enlace.
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