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Hay variadas maneras de elegir la muerte: los excesos, la venganza, la melancolía, el encierro, evadirse con la televisión, con internet, y muchas formas más.
Sería bueno preguntarme qué formas de muerte se han ido metiendo en mi vida, qué esclavitudes me han ido ahogando y no me permiten sentirme realmente alegre, feliz, vivo.
En un momento de oración ruego al Espíritu que entre en esos sectores oscuros y enfermos de mi existencia, le entrego esos lugares de mi ser y de mi vida cotidiana, y trato de liberarme para siempre de esos falsos dioses que no me dan la vida, sino que me la consumen inútilmente.
Ya desde los origenes el Espíritu Santo se cernía sobre las aguas para dar vida y santificar toda la obra de la Creación. Nosotros mismos fuimos creados con el soplo de Dios que insufló aliento de vida en nuestros pulmones.
Él es la Vida verdadera. Jesús dice de sí mismo ser la Resurrección y la Vida. Dios Padre le dijo a Moisés: "Yo soy el que soy", afirmándose el origen de la vida, la Vida suprema que da la existencia a todo lo demás.
Pidamos le al Espíritu Santo que vivifique nuestros cuerpos muertos en todo lo que experimenta como enfermedad y pecado, para que resuciten cuál visión de Ezequiel de los huesos muertos que les va devolviendo la vida.
Introduce a Dios en tu vida, en tus relaciones, en tu trabajo, en tu familia, y Él irá dando vida a todo.
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