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"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, como si fuera una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban"_ (Hechos 2,1-2).
¿Por qué ese ruido estremecedor, por qué ese viento atronador, ese inesperado trueno que descoloca a quienes lo escuchan?
Porque el Espíritu Santo es como un grito de amor que vuelve a despertar a los que están adormecidos, desganados, melancólicos. A esos que han perdido el entusiasmo en la vida y son como una vela que se apaga, el Espíritu Santo en algún momento les resuena en el corazón y les grita: "¡Despierten, salgan, vivan!".
Cuando parece que ya no podemos escuchar nada interesante, nada que nos anime, nada que nos estimule, el Espíritu Santo aparece como un grito en el alma: "¡No te sientas solo, aquí estoy, vamos!".
Por eso San Agustín, después de su conversión, decía: "Señor, has gritado, y has vencido mi sordera".
Pidamos al Espíritu Santo que nos despierte y nos devuelva las ganas de caminar, de avanzar, de luchar; que nos regale el santo entusiasmo de los que se dejan llevar por él.
Dios lo es Todo, es como una madre que está para todo en nuestra vida. Si necesitas calor te envolverás en sus brazos, si necesitas escuchar una voz amiga te dirá que te quiere, si necesita ayuda te brindará su vida para echarte una mano. Así también el Espíritu Santo, Dios, lo es Todo, ruido y calma, calor y frescor, paz y ardor, sosiego y actividad... es Todo lo que necesitamos y siempre está dispuesto a darnos en cada momento lo que precisa nuestra vida.
A veces necesitamos una voz que nos despierte, un viento que renueve el aire, una fuerte ráfaga que tire abajo nuestros casa de paja para construir una cimentada sobre roca.
Si nos hemos hecho sordos a la voz de Dios, que bueno es que venga el Espíritu Santo para atronar nuestros oídos y decirnos que despertemos. Sólo Él es capaz de penetrar en nuestra vida cuando todo lo demás se ha intentado y fracasado.
Si necesitamos que nuestra vida se mueva, invoquémosle y vendrá con su fuerza a mover nuestras velas, nos llevará veloz hacia Dios.
Medita esta palabras, reflexiona lo que más necesites del Espíritu Santo ahora, y pídele que esa esa ráfaga ruidosa de viento para ti hoy. dile: Ven, Espíritu Santo, viento y huracán de mi vida.
¿Qué son "Los cinco minutos del Espíritu Santo"? En este enlace podrás descubrir el origen de esta cadena de oración. Quizá te sorprenda saber que se trata de un libro del arzobispo argentino que está recorriendo el mundo a través de las redes sociales. No dejes de unirte a este movimiento y reenvía el enlace de "Amigos para Ayudar" y así difundir en más corazones la acción del Espíritu Santo en nosotros.
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