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Ven Espíritu Santo, toca mi corazón y regálame un santo desprendimiento, para que no pierda la paz cuando no logro conseguir algo, y para que no me angustie cuando algo se acaba.
Quiero caminar liviano, sin tanto peso en mis hombros. Quiero respirar libre, sin estar atado a tantas cosas y personas. Quítame esos apegos, Espíritu de libertad, para que pueda caminar alegre y sereno. Amén."
Esta libertad interior que da el Espíritu Santo nada tiene que ver con la falta de afecto por las cosas, como si no amaremos. Pues Dios es Amor. Por tanto, nada tiene que ver con la indiferencia hacia los demás o el desprecio de las cosas creadas. Esta libertad de la que hablamos no es el desapego budista.
La libertad de espiritu que proviene de Dios está llena de amor, pero en el orden justo: Dios antes que nada y por eso, estamos libres de apegos que llamamos desordenados. No porque no sea bueno amar esas cosas, sino porque las colocamos delante de Dios y ese es el desorden. Dios debe de estar primero, tal y como nos enseña Jesús que es el primer mandamiento: amar a Dios sobre todas cosas.
Le pedimos, por tanto al Espíritu, una entrega y amor a Dios tal que nos veamos libres de amar antes a otra cosa que no sea Él. San Ignacio de Loyola en su libro de los Ejercicios Espirituales explicaba la mortificación en este sentido. Si soy muy dado a una cosa que me gusta puedo mortificarme y debo hacerlo por mí bien espiritual para estar disponible a la voluntad de Dios si es que me manda lo opuesto. Pues si estoy demasiado inclinado a una cosa me costaría obedecer en lo que me pide, más si me da igual una cosa que otra estoy dispuesto a lo que me pida.
Además hay otro sentido de esta libertad de Espíritu que nos da Dios: nuestro ser necesita amor. Cuando Dios no llena nuestra sed enseguida nos hacemos esclavos de las criaturas. Sólo si sentimos el Amor de Dios nos vemos libres de eso. Ciertos de su Amor no dependemos de que los demás nos den su aprobación, no tenemos que agradar a todo el mundo, no tenemos que intentar ser otra persona para que nos acepten... somos amados como somos y libres de la necesidad de mendigar amor de otros.
¿Qué son los cinco minutos del Espíritu? En este enlace podrás descubrir el origen de esta cadena de oración. El libro del arzobispo argentino que está recorriendo el mundo.
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