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Pero si dejamos que el Espíritu Santo actúe en nosotros, si lo invocamos, si le permitimos que él nos impulse, entonces la vida se llena de actos de amor a Dios y a los hermanos, y así nos convertimos en seres "espirituales", es decir, conducidos por la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos va renovando, y así ya no nos amargamos el corazón con rencores, celos, envidias. Ya no estamos inmovilizados por la indiferencia y el egoísmo, y ya no somos esclavos de los vicios y los malos apegos. Al contrario, nos llenamos de esperanza, de fortaleza, de alegría en medio de las dificultades, y nos sentimos verdaderamente libres, _"nuevas criaturas"_ (1 Corintios 5,17).
La Biblia nos habla bellamente de los frutos que produce el Espíritu cuando lo dejamos actuar, y los resume en nueve: _"amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de uno mismo"_ (Gálatas 5, 22-23). No le pongamos obstáculos, para que él pueda producir esos frutos en nuestra vida.
Nuestro deseo es el de ser como Jesús, imitar su bondad, su seguridad, su ternura y sensibilidad, su piedad, su capacidad de trabajo...
Cuando meditamos el Evangelio vamos descubriendo todas esas facetas de Jesús, le vemos en acción y nos fihamos en detalles que antes nos pasaban desapercibidos. Ahora va siendo un ejemplo vivo para nosotros. Esto mismo ocurre con la lectura de la vida de los santos, que encarnan virtudes de Jesús y nos traen un pedacito de su bondad.
El Espíritu Santo nos ayuda a ver esos detalles, a interiorizarlos, a procurar que esos granitos que ha sembrado Dios en la oración germinen en nuestro día a día. Él nos va recordando el Evangelio en nuestra jornada para que traslademos la vida de Jesús a circunstancias concretas que nosotros vivimos.
¡Qué bonito sería llenarnos de más amor, de más alegría, de más paz, de más generosidad, de más paciencia...! ¡Qué bien haríamos poniendo a nuestro alrededor toda esta riqueza de vida santa! Porque en un mundo donde reina el amor de Dios, y no la indiferencia o el egpismo, es un sitio donde se puede vivir y ser feliz.
¿Qué son los cinco minutos del Espiritu? En este enlace podrás saber más sobre el libro del arzobispo argentino D. Victor Manuel Fernández y esta cadena de oración que está recorriendo el mundo entero.
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