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En el Antiguo Testamento la palabra espíritu (ruaj) es un sonido que imita el ruido de la respiración agitada. El sentido principal es el de aire. Pero hay que decir _"aire en movimiento"_ porque el hebreo no conoce la idea de aire quieto, sino moviéndose o moviendo. Indica una vitalidad dinámica que depende de Dios (Salmo 32,6; 103,29-30) y está ausente en los ídolos (Jeremías 10,14).
El espíritu tiene una gran movilidad: es comunicado, entra, sale, renueva, impulsa, abandona (Números 11,24-29). Este aspecto dinámico es una característica inseparable de la noción de espíritu. De hecho, el Antiguo Testamento lo relaciona particularmente con la actividad profética, que orienta hacia adelante, hacia el futuro.
En el Antiguo Testamento traducido al griego, la palabra espíritu tiene también ese sentido dinámico. La raíz del término expresa un "movimiento de aire cargado de energía".
En el libro de la Sabiduría se describe al _"espíritu"_ como ágil, que atraviesa y penetra, espejo de la actividad de Dios, que se despliega vigorosamente, etc. (7,22.24.26; 8,1).
Según los escritos de San Pablo el Espíritu moviliza, da fuerzas, y derrama dones en orden a actuar, para enriquecer la vida de la Iglesia (Romanos 8,14-15.24-27; 1 Corintios 12,1-11; 2 Corintios 3,6.17-18; Gálatas 4,6-7; 5,22-25). Y esta concepción dinámica se expresa también en la invitación a "no apagar el Espíritu" (1 Tesalonicenses 5,19).
En los Hechos de los Apóstoles, el derramamiento y la acción del Espíritu producen un permanente y fervoroso dinamismo (Hechos 1,8; 2,2.41; 4,29-31; 8,39-40; 10,44-46; 13,4; 19,6; 20,22-23).
Es bueno pedirle al Espíritu Santo que nos llene de ese dinamismo de vida.
Jesús se refiere a ese dinamismo del Espíritu Santo que inculca en los profetas cuando, refiriéndose a Juan, (en Mateo 11,7), pregunta a la gente: "¿qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?". Jesús utiliza esta metáfora evocando esa idea del Espíritu que mueve al profeta.
Jesús mismo es movido por el Espíritu. En dos ocasiones se dice explícitamente que recuerde: cuando es dirigido al desierto para ser tentado y cuando da gracias a Dios por la revelación de las cosas santas a los sencillos y humildes. Así vemos como el Espíritu Santo mueve a Jesús en la acción y ministerio. Precisamente esa es una de las razones del su Bautismo. El comienzo de su misión y una efusión del Espíritu o manifestación de esa misión. Jesús dice también que Él expulsa a los demonios y hace milagros con el Espíritu de Dios.
El Espíritu Santo es energía para la vida. Para nuestra vida familiar y laboral. Pidamosle que nos haga avanzar en la vida, en la relación con Dios, que es el camino verdadero en la vida en la que todos los progresos son verdaderamente progresos, pues Él es nuestra meta última.
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