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En la Biblia el agua no aparece sólo con la función de limpiar o purificar, sino sobre todo con la misión de dar vida, de regar lo que está seco para que puedan brotar las semillas, crecer las hojas verdes, producir frutos en abundancia: "A la orilla del río, en los dos lados, crecerá toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas, ni sus frutos se acabarán; darán cosecha cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario" (Ezequiel 47,12). Los profetas lo habían anunciado:
"Brotará un manantial en el templo del Señor" (Joel 4,18; Zacarías 14,8). "Voy a derramar agua sobre la tierra seca, y torrentes en el desierto" (lsaías
44,3).
"Sacarás agua con alegría del manantial de la salvación" (lsaías 12,3).
El agua prometida es el Espíritu Santo, que brota para nosotros del costado de Jesús resucitado. Es agua para regar esa tierra reseca y agrietada de nuestra vida, para que podamos dar fruto abundante, para que nos alegremos en la cosecha.
¿Qué son los cinco minutos del Espíritu? En está página encontrarás el origen de esta cadena de oración. Las reflexiones del arzobispo argentino, D. Víctor Manuel Fernández, plasmadas en su libro "Los cinco minutos del Espíritu Santo".
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