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El Espíritu Santo es el que convierte el pan en Jesús. Por eso, en la Misa, el sacerdote invoca al Espíritu Santo para que descienda sobre los dones del altar.
Entonces, podemos pedirle al Espíritu Santo que nos ilumine, para reconocer la presencia de Jesús en la Eucaristía y para que podamos encontrarnos con él.
Cuando nos ponemos a orar frente al sagrario, o cuando lo contemplamos en una adoración eucarística, podemos reconocerlo a Jesús presente frente a nosotros, dispuesto a entablar un diálogo cercano, íntimo, sincero. Y aunque a Jesús podemos encontrarlo en todas partes, su presencia en la Eucaristía es la más perfecta de todas.
Por eso, si deseamos estar en su presencia, no hay nada mejor que invocar al Espíritu Santo, y colocarnos frente a la Eucaristía, mirarlo, dejarnos mirar por él, hablarle de nuestras cosas, escuchar su delicada voz.
Ese momento puede llenarnos de fuerza y de paz, porque de la Eucaristía brota la vida del Espíritu Santo; allí se derrama el Espíritu para nosotros.
¿Qué son los cinco minutos del Espíritu? Aquí podrás encontrar más información sobre el origen de esta cadena de oración y su autor, el arzobispo argentino D. Víctor Manuel Fernández. Quizá te sorprenda descubrir el libro que ha dado comienzo a esta cadena de oración que está difundiéndose en las redes. Te ánimo a unirte a ella compartiendo el enlace de "Amigos para Ayudar".
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